"YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA"
Capitulo I
Consideraciones básicas acerca de la Biblia.
Ya
que vamos a estar tratando con la Biblia como nuestra fuente de
información para hallar respuesta a nuestras preguntas fundamentales,
quisiera revisar con usted algunas consideraciones básicas sobre las
Sagradas Escrituras y su propósito para con nosotros.
La Biblia dice de sí misma:
La Biblia dice de sí misma:
2 Pedro 1:19
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
2 Pedro 1:20
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
2 Pedro 1:21
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
2 Pedro 1:20
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
2 Pedro 1:21
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Dice que las palabras que componen las Escrituras son las palabras más seguras, por lo tanto hacemos bien
al atender lo que ella dice porque nos será como una antorcha que
alumbra en la oscuridad. La oscuridad a la que se refiere este
versículo, es la oscuridad del conocimiento. No podemos negar que el
hombre ha adquirido a lo largo de su historia, un vasto conocimiento. El
hombre ha avanzado sobre muchas áreas del conocimiento, sin embargo
sigue ignorante de las grandes verdades de la vida: su origen, su
propósito, su destino. Lo cierto es que por mucho que se ocupe el hombre
no puede escapar de la incertidumbre que le genera esta ignorancia. Por
eso el hombre busca un camino, un salida pero anda a tientas como
buscando en un lugar a oscuras. Imagínese por un instante que usted se encuentra en un cuarto completamente a oscuras buscando moverse
dentro de él ¿cree usted que le sería útil una antorcha que le
permitiese ver con claridad? Cuando comenzamos a conocer y entender las
palabras de la Escritura, ellas se transformarán en luz para nuestro
entendimiento y nuestras vidas. Pero este mismo versículo nos advierte
que para beneficiarnos de las Escrituras, lo primero que debemos entender, es que "ninguna
de las profecías de las Escrituras se originaron en la voluntad de
algún hombre, sino que los santos hombres que hablaron (lo que, a su tiempo, también fue puesto por escrito) lo hicieron siendo inspirados por el Espíritu Santo".
En otras palabras, lo que está escrito no es la ocurrencia de algunos
hombres, sino lo que Dios les enseñó en sus corazones a través del
espíritu. Por lo tanto aunque los escritores fueron hombres, el mensaje
que contiene las Sagradas Escrituras viene de Dios. Así es como la misma Escritura explica la razón de su seguridad y beneficio.
Cuando uno es expuesto por primera vez a esta verdad, no resulta fácil poder aceptarla. Pero es la misma Escritura la que nos ayuda, al mostrarnos (a medida que la vamos conociendo) la perfecta y sobrenatural coherencia e integridad de cada una de sus palabras. Porque es humanamente imposible que un libro que fue escrito a lo largo de miles de años, por hombres de diversa condición social y cultural, pueda sostener, con coherencia, aun sus más mínimos detalles. Y lo es mucho más cuando nos vamos dando cuenta que aquellos hombres, al escribir, muchas veces se refirieron a hechos o problemáticas de sus propios tiempos, ignorando cómo aquellas cosas encajarían perfectamente dentro de un enorme rompecabezas que terminaría de armarse miles de años más tarde. Es ésta sobrenatural unidad que la Biblia nos va mostrando, la que nos lleva a entender que sin lugar a dudas su origen sólo puede haber sido Dios.
Por lo tanto si nos tomamos el tiempo y le permitimos a la Biblia explicarse a sí misma, llegaremos a creer en su origen divino y a conocer lo que su autor nos quiere decir; y entonces -según esta escrito- habrá luz en la oscuridad. .
Cuando uno es expuesto por primera vez a esta verdad, no resulta fácil poder aceptarla. Pero es la misma Escritura la que nos ayuda, al mostrarnos (a medida que la vamos conociendo) la perfecta y sobrenatural coherencia e integridad de cada una de sus palabras. Porque es humanamente imposible que un libro que fue escrito a lo largo de miles de años, por hombres de diversa condición social y cultural, pueda sostener, con coherencia, aun sus más mínimos detalles. Y lo es mucho más cuando nos vamos dando cuenta que aquellos hombres, al escribir, muchas veces se refirieron a hechos o problemáticas de sus propios tiempos, ignorando cómo aquellas cosas encajarían perfectamente dentro de un enorme rompecabezas que terminaría de armarse miles de años más tarde. Es ésta sobrenatural unidad que la Biblia nos va mostrando, la que nos lleva a entender que sin lugar a dudas su origen sólo puede haber sido Dios.
Por lo tanto si nos tomamos el tiempo y le permitimos a la Biblia explicarse a sí misma, llegaremos a creer en su origen divino y a conocer lo que su autor nos quiere decir; y entonces -según esta escrito- habrá luz en la oscuridad. .
También dice en otra parte “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces las palabras de Dios no son sólo palabras sino un asunto vital para la vida.
Ahora
bien, talvés alguien pueda decir “sin embargo yo he visto algunos
incrédulos que sólo se alimentan de “pan” y tienen más vida que muchos
cristianos.” (entiendase también por "pan" las distintas cosas que el hombre considera
escencial para su sustento). Eso es cierto, pero la verdad es que eso
no representa ninguna prueba de que la Sagrada Escritura esté
equivocada. En primer lugar, fácilmente se podría entender que lo más
probable es que exista una gran diferencia entre lo que Dios llama vida,
y la mejor vida que pueden vivir aquellos que sólo comen “pan”; y por
otro lado, lamentablemente, muchos cristianos no sólo no comen “pan”,
sino qué tampoco han aprendido que significa alimentarse “de toda
palabra que sale de la boca de Dios”. Porque de buena voluntad pero en
ignorancia, ellos se alimentan de mandamientos de hombres creyendo que
son palabras de Dios. Muchos hombres dicen hablar de parte de Dios pero
no hablan conforme a la integridad del mensaje bíblico, por lo tanto lo que ellos hablan y de lo que muchos cristianos se alimentan no es la Palabra de Dios. Pero la verdad es que para vivir lo que Dios llama vida
(y que quizás sea la que el hombre no acierta a encontrar), también
debemos alimentarnos adecuadamente de toda palabra que sale de la boca
de Dios.
Esto es porque el hombre tiene algo más que un cuerpo que cuidar, el hombre también tiene un alma. El alma es la que da vida a nuestro ser, de hecho somos lo que somos a causa de nuestra alma. El alma está directamente relacionada con nuestra actividad mental (nuestros pensamientos, y nuestras emociones) y a la vez, esta involucrada en cada célula que compone nuestro cuerpo. El problema es que muchos ignoran que el alma necesita cuidado, al igual que nuestro cuerpo lo necesita. Y del mismo modo que la principal fuente de salud del cuerpo es su alimentación, también el alma debe ser alimentada. (Nota 1 al finalizar la presentación)
¿De que se alimenta el alma? De los pensamientos que llevamos, aceptamos y guardamos en nuestra mente, lo que la Biblia llama “el corazón”. Por eso la Biblia dice:
Esto es porque el hombre tiene algo más que un cuerpo que cuidar, el hombre también tiene un alma. El alma es la que da vida a nuestro ser, de hecho somos lo que somos a causa de nuestra alma. El alma está directamente relacionada con nuestra actividad mental (nuestros pensamientos, y nuestras emociones) y a la vez, esta involucrada en cada célula que compone nuestro cuerpo. El problema es que muchos ignoran que el alma necesita cuidado, al igual que nuestro cuerpo lo necesita. Y del mismo modo que la principal fuente de salud del cuerpo es su alimentación, también el alma debe ser alimentada. (Nota 1 al finalizar la presentación)
¿De que se alimenta el alma? De los pensamientos que llevamos, aceptamos y guardamos en nuestra mente, lo que la Biblia llama “el corazón”. Por eso la Biblia dice:
Proverbios 4:23
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Tal
es la relación entre el corazón (la mente) y el alma, que la Escritura
nos aconseja enfáticamente a que cuidemos prioritariamente, (no
exclusivamente) antes que todas las cosas, nuestro corazón. En otras
palabras, si esmeradamente
cuidamos de nuestro corazón, poniendo y guardando en él lo que es
bueno, nuestra alma estará saludable, y entonces todo nuestro ser estará
lleno de buena vida, mas, si descuidamos nuestro corazón, poniendo y
guardando en él lo que es nocivo, nuestra alma estará enferma y entonces
también todo nuestro ser se llenará de enfermedad.
A semejanza de nuestro cuerpo, si nuestra alma no es alimentada con calidad y frecuencia, se enferma; y por consiguiente también el cuerpo lo hace –ya que como hemos dicho antes, él está completamente penetrado por el alma; cada órgano, cada tejido, cada líquido de nuestro cuerpo, está lleno de alma-
A semejanza de nuestro cuerpo, si nuestra alma no es alimentada con calidad y frecuencia, se enferma; y por consiguiente también el cuerpo lo hace –ya que como hemos dicho antes, él está completamente penetrado por el alma; cada órgano, cada tejido, cada líquido de nuestro cuerpo, está lleno de alma-
¿Cuáles
son las enfermedades del alma?. El miedo, la angustia, la depresión, el
egoísmo, la soberbia, la arrogancia, la vanagloria, la avaricia, la
condenación, la mentira, la injusticia, la desesperanza, la ansiedad
desmedida, el afán; etc. forman parte de la larga lista de enfermedades
del alma; y lo cierto es que aun los mejores hijos de la humanidad
tienen, en una medida u otra el alma afectada. Sin embargo si cuidamos
de que nuestro corazón se ocupe de buenas cosas, será por salud para
nuestras vidas.
Es
un hecho por todos comprobado que cuando nuestros corazones son
nutridos con cosas como: el aprecio; lo digno; la ternura; la amistad;
la belleza y calma de la naturaleza; el descanso; la buena palabra, la
que trae buenas noticias; y otras buenas cosas, nos sentimos bien en el
alma. Nos sentimos mejor cuando estas cosas nos rodean. Nosotros
haríamos bien al aprender a aprovechar todas estas cosas cuando pasan por nuestras vidas; pero justamente a causa de su carácter transitorio,
no haríamos bien en pretender vivir sólo a base de aquellas buenas
cosas, porque entonces muchas veces recaeríamos en la enfermedad. Además
de estar expuestos a largos y enfermantes periodos sin ninguna clase de alimento para el alma, nos veríamos sobrecargados de desmedida ansiedad por alcanzar "las buenas cosas de la vida", y del opresivo temor a perderlas cada vez que las tenemos con nosotros.
Por eso, sin despreciar las buenas cosas de la vida, nuestra alma debería ser alimentada a base de algo más excelente, permanente y apropiado que aquellas buenas cosas.
Por eso, sin despreciar las buenas cosas de la vida, nuestra alma debería ser alimentada a base de algo más excelente, permanente y apropiado que aquellas buenas cosas.
Siendo
que todo esto que hemos considerado no es desconocido por las
eminencias del mundo, “extrañamente” la educación mundial,
sistemáticamente ha ido ignorando y apartando cada vez más de sus
consideraciones y proyectos, el alma del hombre. Pero no hace falta
mucho para darse cuenta que los males en los que está atrapada la
humanidad, no son productos de las enfermedades del cuerpo, sino las del
alma. Sin embargo, y a pesar de esto que resulta obvio, los que forjan
este mundo no sólo no atienden ni planean atender la grave situación del
alma, sino que sofocan rápidamente cualquier movimiento que, por alguna
razón, amenace verdadera y seriamente producir -aunque más no sea-
algún leve despertar a la salud del alma, a un verdadero cuidado del
corazón. Y no sólo aquellos actúan así, sino también muchos otros menos
encumbrados, pero temerosos de todo aquello que a su alrededor, pretenda
salirse de la horma. Nosotros podemos y haríamos bien en revelarnos contra este nefasto diseño,
porque la posibilidad de libertad para nuestro corazón y nuestra alma
de todo este sistema insano, está hoy, en cualquier lugar y en todo
tiempo, al alcance de nuestras manos.
Al decir “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, la Biblia nos está diciendo que las palabras que salieron de la boca de Dios, son por excelencia la comida del alma, dadas para que el hombre realmente pueda vivir hoy con la mayor salud posible, frente a cada circunstancia de la vida.
Hombres que vieron y conocieron las mismas oposiciones y padecimientos que nosotros, dijeron en sus tiempos:
Hombres que vieron y conocieron las mismas oposiciones y padecimientos que nosotros, dijeron en sus tiempos:
Jeremías 15:16
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón;
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón;
Salmos 107:19
Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones.
Salmos 107:20
Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.
Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones.
Salmos 107:20
Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.
Por eso no es de extrañar, que siglo
tras siglo, con singular esfuerzo, se ha procurado que estas simples
pero fundamentales verdades de la Biblia no lleguen al corazón del
hombre, ya sea quitándoles la Sagrada Escritura, o adulterándola
(por eso tampoco resulta extraño que aunque la Biblia sea el libro más
vendido de la historia, su contenido y su verdadero mensaje siga siendo
prácticamente ignorado).
El
último punto que quisiera mencionar en esta breve consideración acerca
de la Biblia, es que la Sagrada Escritura comunica y enseña muchas
cosas, sin embargo todas las partes de la Biblia están hilvanadas por un único y fundamental mensaje que Dios nos quiere comunicar, ese mensaje la Biblia lo llama: el evangelio (la buena noticia).
Las
Escrituras fueron dadas, esencialmente, para que recibamos ese mensaje.
Por lo tanto de poco sirve estudiar y conocer muchos detalles de la
Biblia si no alcanzamos a percatarnos del evangelio. Cada persona, cada
palabra, incluso cada silencio que se encuentra en la Biblia, está
puesto allí para comunicarnos, de una u otra manera, algo del evangelio.
¿De
que trata el evangelio? ¿Cuál es esa "buena noticia"? La buena noticia
es que Dios nos ama, y que su amor se hizo carne en un hombre,
Jesucristo, para poder acercar a todos los hombres la liberación y la
salvación. El evangelio
expone las razones de nuestra enfermedad y padecimiento pero también
nos asegura y nos enseña a ver que Dios no nos ha abandonado ni nos ha
condenado a vivir a la deriva, sino que por el contrario Él ha
participado y participa de la historia para librarnos de las dramáticas
condiciones internas y externas que imperan en la vida.
Dado
que la vida no alcanzaría (y mucho menos unos pocos renglones) para
terminar de profundizar en las riquezas del mensaje que nos trae las
Sagradas Escrituras; sin más, le propongo abrir la Biblia para comenzar a conocer “el evangelio”.
Nota 1: En esto muchas veces faltan los que se dedican a la salud del hombre: doctores, entrenadores físicos, investigadores, (y si el mundo fuera decente, incluiría también a estadistas, economistas, empleadores, fabricantes, etc.). La mayoría de ellos ponen todo el énfasis en el bienestar del cuerpo, pero no entienden que en gran medida el genuino bienestar del hombre depende de la salud del alma. Aunque a veces logran mejorar en alguna medida la calidad de vida de la persona, no logran más porque olvidan atender las necesidades del alma. (Ahora bien, aunque estimo que esto es lo más importante a atender, hasta donde yo entiendo las Escrituras, también faltan gravemente aquellos que justifican el descuido de las necesidades del cuerpo, por causa de una supuesta elevación del alma).
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